lunes, 9 de mayo de 2011

'Salvatierra' y 'Una idea genial'

Los libros que estoy leyendo se dividen en dos grupos: los que trajimos desde Buenos Aires y los que pudimos manotear estando acá (de ahí la etiqueta, al azar). Por suerte, mi primo Ari trajo unos cuantos y eso nos dio aire. 'Salvatierra', de Pedro Mairal, me lo prestó él. No había leído nada de Mairal, me gustó mucho, me pareció simple y directo. Su escenario es una ciudad de provincia y esa tranquilidad es el contexto de una reconstrucción familiar. 'Una idea genial' lo compramos para el viaje y durante los primeros dos capítulos pensé que lo iba a tirar por la ventana. Después me fui metiendo más y me gustó cómo fue develando de a poco su historia, por momentos traumática (anorexia, hermana con discapacidad), pero no por eso dramática. Y me sentí tan identificado con algunas ideas y formas que la contacté por Facebook y se lo dije. Acá les dejo dos fragmentos:

'Salvatierra', de Pedro Mairal: El cuadro (su reproducción) está en el Museo Röell, a lo largo de un gran pasillo curvo y subterráneo que comunica el viejo edificio con el nuevo pabellón. Al bajar las escaleras, uno cree haber llegado a un acuario. Por toda la pared interna de casi treinta metros, el cuadro va pasando como un río. Contra la pared opuesta hay un banco donde la gente se sienta a descansar y mira pasar el cuadro lentamente. Tarda un día en completa su ciclo. Son casi cuatro kilómetros de imágenes que se mueven despacio de derecha a izquierda.
Si digo que mi padre tardó sesenta años en pintarlo, parece como si se hubiese impuesto la tarea de completar una obra gigante. Es más justo decir que lo pintó a lo largo de sesenta años.

'Una idea genial', de Inés Acevedo: La Sala de Lectura organizó un concurso de cuentos, y mi maestra Irene me impulsó a participar. Un día yo estaba en Tandil, en la Sala de Lectura, y una mujer que nos leía historias una vez por semana nos contó un cuento. En ese momento, no sé cómo, creí que la consigna del concurso era intentar copiar ese cuento.
Con esa idea en la cabeza durante sesenta kilómetros volví a mi casa, entré al comedor y busqué una mesita. La encontré. Un mueble funcional plegable, de madera plastificada, modulable, con unos paneles que si los querías modular te agarrabas los dedos y que abajo tenía revistas Muy Interesante amontonadas. La instalé en mi cuarto y me senté a escribir. Al final de la tarde el cuento estaba terminado. Después mi maestra lo corrigió, lo pasó a la computadora y lo presentamos en el concurso. No gané el primer premio, pero sí una mención a la "creatividad y originalidad", y lo publicaron en el compilado con los demás. En este cuento se puede ver la influencia de Simbar el Marino y la parte que yo me copié es la que habla de los poderes predictivos de Esculapia. También aparece mi drama fastidioso, y otras cosas autobiográficas.

3 comentarios:

  1. Qué bueno que compartan mini críticas de libros, bien ahí. A Mairal lo conozco de sus columnas en el diario, y me gusta mucho. De Acevedo no conozco nada, asi que gracias por el dato. Abrazo desde Buenos Aires!.

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  2. Abrazo Gambita! Leéte el de Acevedo, si podés, está buenísimo.

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  3. Salvatierra me gustó mucho, cada tanto vuelve a mi memoria. El otro no lo leí, pero lo haré.

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